Ser LGTBIQ en sitios de ciencia

Lisa Harvey-Smith es doctora en astrofísica en CSIRO, la agencia de ciencia australiana. En abril de 2017 escribía en el periódico The Guardian un interesante artículo: «Derechos LGTBIQ: Ser gay en sitios de ciencia puede ser difícil». Cerca de la mitad de los LGTBIQ australianos esconden su identidad sexual en el trabajo, y muchos sufren abusos homófobos.

N.E. Publicamos un extracto de este artículo firmado por Lisa Harvey-Smith, que sirve también como testimonio de #cienciaLGTBIQ: «LGBTIQ rights: ‘Being gay in Stem workplaces can be difficult'».

En una encuesta estadounidense realizada en 2015 se mostraba cómo los científicos y las científicas LGTBIQ se sentían más aceptadas y aceptados en sus lugares de trabajo que lo que sucede en otras profesiones. El estudio Queer in STEM, publicado en el Journal of Homosexuality, analizaba  1400 trabajadores LGTBIQ en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas. Encontraron que aquellas personas en campos de la ciencia que tienen una mayor proporción de mujeres suelen estar fuera del armario, frente a lo que sucede con quienes trabajan en disciplinas más dominadas por hombres.

Pero esto, que parece alentador, no sucede en muchos sitios australianos. El año pasado el Índice Australiano de Igualdad en el Puesto de Trabajo. encontró que cerca de la mitad de los LGTBIQ australianos ocultan su identidad sexual en el trabajo. El informe encontró además que muchas personas LGTBIQ habían experimentado abusos homófobos verbales o físicos en el lugar de trabajo.

Todavía existe discriminación en los sitios de trabajo STEM por todo el mundo. El informe Tendencias LGBTIQ en Fïsica (PDF) publicado en 2016 por la American Physical Society encontró que más de un 20% de los físicos de minorías sexuales y de género en Estados Unidos afirman haber sido excluidos, intimidados o acosados en el trabajo debido a esa circunstancia. Las y los físicos y estudiantes transexuales afrontan las situaciones más hostiles, mientras que las mujeres experimentaron acoso, intimidación y exclusión en una tasa tres veces superior a los hombres.

A pesar de que aparentemente las actitudes progresan, ser gay en campos STEM puede ser complicado.

Para mi, fue casi un milagro que me hiciera hastrofísica. Cuando me matriuculé en el instituto en el Reino Unido, me obligaban a llevar falda. Mi reacción fue similar a la de cualquier niño de 11 años: ¡un niño no se pone falda!. Así que no volví al colegio ni un solo día desde esa edad. Mis padres tenían una posición acomodad y pude educarme sola en casa, aunque no todo el mundo es tan afortunado para tener ese grado de flexibilidad y autonomía en su educación.

Salí del armario como gay a los 17. Era 1997 – el comienzo de la época más ilustrada del Reino Unido. A pesar de eso, la madre de mi novia quería que mantuviéramos nuestra relación en secreto, no fueran a expulsarla de su trabajo como profesora en el college. Entonces trabajaba a tiempo parcial como niñera, pero la persona que me daba trabajo (muy agradable ella) me pidió que ocultrara mi relación para evitar que ella pudiera perder la custodia de sus hijos.

En la universidad estaba como voluntaria y coordinador en la unión estudiantil de lesbianas, gais, bisexuales y transexuales, proporcionando ayuda a los estudiantes. Fue una reconfortante experiencia poder excuchar y dar apoyo social a otros compañeros y compañeras saliendo del armario.

A través de este trabajo hice amistades duraderas, pero también tuve que soportar bastante abuso. Un día incluso me encontré en la oficina un mensaje de voz amenazándome de muerte.

He sido intimidada y menospreciada muchas veces debido a mi sexualidad y género pero, francamente, esos insultos individuales son el tipo de ofensa más fácil de afrontar. Son las campañas de grupos con fuerte financiación en contra de los derechos humanos los que me hieren más profundamente. Campañas en contra de la edad diferente para el consentimiento, la prohibición de las fuerzas armadas, la prohibición de donar sangre, la imposibilidad de la adopción y, más recientemente, la prohibición del matrimonio igualitario en el Reino Unido, han tenido mucho éxito, pero no ha sido sin sangre, sudor y lágrimas. Y aún hay más que hacer en Australia.

Pero ¿qué tiene esto que ver con el lugar de trabajo? Dado que tanta gente LGTBIQ tiene barreras a la inclusión en su trabajo, esto también afecta a la salud mental (los LGTBIQ tienen una posibilidad 3 veces mayor para sufrir depresión frente a la población general) y también tiene un efecto perjudicial en su nivel de compromiso, lo que está muy directamente relacionado con la productividad. He sido testigo de este problema en muchos ambientes de trabajo STEM en sitios diferentes, y me gustaría ayudar a afrontarlo.

(sigue en el artículo de The Guardian)