#CienciaLGTBIQ: buscando referentes para una nueva sociedad

CIENCIA y LGTBIQ, dos asuntos que parecían separados, dominios diversos, aunque cuando uno oye hablar de «ciencia» en temas LGTBIQ hay que echarse a temblar, porque a menudo el término es aireado precisamente por los enemigos de la diversidad sexual (y de la libertad en general). ¿Recuerdan aquello de  «los niños tienen pene…» y cómo mentían acerca de que la ciencia sostenía su acción transfóbica?

No siempre, afortunadamente, y poco a poco la ciencia ha ido encontrando que en el estudio (no solamente del ser humano, también de otras especies), un acercamiento a la sexualidad más diverso proporciona interesantes matices. Lo que un día fue, por ejemplo, carne de noticias ridículas sobre pingüinos gais en un zoo alemán era producto de una mirada demasiado heterocentrista a la conducta social de los animalitos.

Pero además las personas LGTBIQ también pueden ser científicas, o comunicadoras de la ciencia, vivir la ciencia con pasión o con preocupación. ¿Y esto es relevante? Cuando se ha comprobado que hay un acoso escolar hacia niñas y niños claramente asociable a una lgtbfobia y cómo es en esas edades en las que se forjan las vocaciones científicas sería un poco arriesgado pensar que no hay relación. Los estudios sobre científicas y científicos LGTBIQ muestran que incluso de adultos y en sus entornos de trabajo hay ciertas características específicas.

Y por supuesto, está la historia. Como ha pasado siempre y también en la historia de la ciencia, hay una selección de personajes para contarla que habitualmente se expurga de cosas como la sexualidad y demás. En el caso de las mujeres, por ejemplo, está clara que la invisibilidad de las científicas solamente se puede corregir con acciones positivas, dando a conocer a esas mujeres. ¿Podría tener el mismo papel una visibilización de científicas y científicos LGTBIQ? En este blog estamos convencidos de que merece la pena intentarlo.

Por supuesto, hay casos terroríficos, como el de uno de los científicos más notables del siglo XX, Alan Turing, a quien un sistema homofóbico condenó a muerte; o el del astrónomo Frank Kameny, expulsado de su trabajo en el servicio de cartografía del ejército estadounidense por su condición de gay… Hay muchos más en los que una existencia callada u oculta suele ser lo único que los biógrafos destacan de quien tuvo que ocultar su vida precisamente por ser LGTBIQ. ¿Sabemos algo de ellas y ellos? El sociólogo Javier Sáez hablaba de los heterritorios: esos lugares donde no hay nada que muestre que hay también una presencia LGTBIQ y, por ende, se presume que no existe o no es relevante que exista. ¿Es la ciencia un heterritorio en este sentido? En la primera entrada del blog explicábamos precisamente cómo esa pregunta está en la génesis del mismo.

Y hay más temas, más asuntos, más acciones que tienen que ver con la ciencia y con lo LGTBIQ. Estamos convencidos de que conviene echar una mirada, y llamar la atención. Y os convocamos a todas y todos a que nos ayudéis a hablar de ello, a hacerlo en este espacio de la red. Si algo está comprobado en estas acciones que intentan igualar en derechos a personas y colectivos que los tienen recortados por ser como son es que funcionan en primer lugar porque dan a conocer algo que simplemente la mayoría de la gente no había percibido. No es raro que alguien que no está dentro de un colectivo minorizado simplemente no conozca que hay un problema con «esa gente», al menos no hasta que les cuenten qué sucede y a quienes les sucede. Si no sabemos que existen, ¿cómo compartir su dolor o colaborar en su lucha?

Me llamo Javier Armentia, soy astrofísico, comunicador científico y coordino el Planetario de Pamplona desde hace un montón de años. Gay casado con un hombre maravilloso y parte de un colectivo que tenemos pendiente quedar para tomar algo y charlar. Y si este blog sirve para conocernos, bueno será.

En Dinópolis Titania. delante de un Turiasaurus riodevensis, a la izquierda Javier, a la derecha Josemere (mayo 2017)