Marina Logares, invisibilidad matemática lesbiana

Matemática actualmente en la Universidad de Plymouth, lesbiana y defensora de los derechos LGBTI, publicó hace unos meses un interesante libro sobre geometría y hace unos días hemos leído una no menos interesante entrevista en El País, realizada por Manuel Ansede. La traremos a nuestra sección de «vidas ejemplares» para ir abriendo un mes de orgullo y noticias para la ciencia lgtbiqa+.

Escribía Marina Logares el 14 de junio de 2016 en El País: «Yo soy matemática en la Universidad de Oxford y lesbiana. Puedo declararlo abiertamente sin que el Gobierno me condene. Pero todavía, en muchos aspectos, sigue siendo un tema tabú. Depende de las circunstancias sociales y personales de cada uno, pero no es algo que se hable con facilidad. Y también en esto, como en tantas otras cosas, las mujeres somos aún menos visibles.» («La bandera arcoiris ondea en la puerta de Oxford», El País 14/6/2016)

Para Logares no siempre es fácil hacer ciencia siendo lesbiana. Como comentaba en ese artículo de opinión: «Por ejemplo, es probable que entre el abanico de culturas a las que pueden pertenecer tus colaboradores, en algunas de ellas tu situación personal no sólo sea un tema tabú, sino que suponga un delito penado con la muerte (existen 75 países en los que la homosexualidad se condena con la muerte). Jugar con la posibilidad de un desencuentro o perder una colaboración, asusta. Recuerdo que, preparando una estancia de investigación en India, mis compañeros tenían intención de ir con sus parejas. Pero ser homosexual allí estaba penado con la muerte. Así que, en mi caso, ni quería pasar miedo, ni hacer pasar a mi pareja por la humillación de tener que disimular. ¡Y somos privilegiadas! Es inimaginable el infierno que vive la comunidad LGBTI en esos países, el miedo y el peligro desde las mismas autoridades.»

En la entrevista de Ansede («Las lesbianas somos invisibles«, Manuel Ansede, El País 29/5/2019) recuerda también su salida del armario en el trabajo:

Cuenta la matemática Marina Logares que salió del armario en su trabajo el día que llegó con siete puntos de sutura en la frente. “¿Qué te ha pasado?”, le preguntó su jefe. La respuesta fue larga. Un domingo del verano de 2009, Logares había estado paseando de la mano con su entonces novia por el centro de Vigo, hasta que un desconocido empezó a gritarles en una calle oscura, solitaria y estrecha. “Ella iba con faldita y yo con vaqueros. El hombre nos dijo de todo, lo típico: que nosotras no habíamos probado suficientemente un tío y que él nos lo iba a enseñar”. Logares, que además de matemática es cinturón negro de taekwondo, sintió que aquel hombre les iba a atacar por la espalda. “Así que me di la vuelta y me enfrenté”, recuerda.

El resultado fue una pelea callejera entre Logares, que mide 1,60 metros, y un grandullón enajenado que resultó ser boxeador profesional. “Me tiró un montonazo de puños a la cara. Me defendí y los aparté”, relata la científica. “Le tiré una patada, perdí la chancla y en el momento en el que me la estaba poniendo otra vez me tiró un puño y me pilló en la frente. Siete puntos. Al final me pidió disculpas. Creo que se sorprendió de que yo no me amedrentara”, rememora ahora mostrando la cicatriz, pese a todo, con una sonrisa.

No deja de ser el signo de los tiempos que, en Twitter y en el periódico digital, la gran parte de comentarios a esta entrevista sean paternalistas, condescendientes o directamente insultantes y lgtbifóbicos. Mejor no referenciarlos, por no dar visibilidad al odio habitual en las redes. Una vez más, la pregunta surge con la sensación de que la respuesta es afirmativa: ¿sucede más porque, además, es mujer?

Referencias:

«Las geometrías y otras revoluciones», Marina Logares. CSIC-Catarata, 2018