Alan Turing, un genio anulado (por Laura Chaparro)

La ciencia es una apasionante carrera de obstáculos en la que, a veces, los investigadores tropiezan con la justicia, con razón o sin ella. Es lo que le ocurrió al matemático Alan Turing, condenado injustamente en 1952 por ser gay.

N.E.: Se incorpora una autora de lujo para este blog naciente: Laura Chaparro Domínguez (@laura_chaparro), periodista científica de gran trayectoria profesional. En cuanto comenzó este proyecto Laura me comentó que estaba muy interesada en poder colaborar. Había escrito una semblanza de Alan Turing para la revista MUY Interesante dentro de un dossier sobre «Científicos en el banquillo» (enero 2016) y nos brinda un amplio fragmento centrado en los últimos tiempos de su vida.
Gracias, Laura. Y gracias a la revista por permitirnos reproducir el texto.

ALAN TURING, UN GENIO ANULADO / CIENTÍFICOS EN EL BANQUILLO

LAURA CHAPARRO | Hasta 1967, la homosexualidad se consideraba un delito en Reino Unido. Grandes figuras como Oscar Wilde o Alan Turing fueron condenados por su orientación sexual, lo que destrozó sus carreras. En el caso del matemático, no sospechaba que un robo en su casa y la posterior investigación policial que él mismo puso en marcha tras denunciar el atraco terminaran con un juicio donde se le condenó por indecencia grave y perversión sexual, en 1952.

Al robo hay que sumar que, en plena guerra fría, “los ingleses habían descubierto varios “espías” soviéticos entre los alumnos y profesores de Cambridge y Oxford”, relata Josep Díaz, catedrático de Lenguajes y Sistemas Informáticos de la Universidad Politécnica de Cataluña. “Estaban investigando a una serie de científicos asociados con secretos de Estado, por posible conexión por la URSS”, indica Díaz. Y Alan Turing, además de haber estudiado y trabajado en Cambridge, tenía el nivel máximo de seguridad del servicio de inteligencia inglés.

El matemático consiguió que la máquina Enigma, con la que los nazis emitían sus mensajes cifrados en la Segunda Guerra Mundial, dejara de ser impenetrable, descifrando los códigos con otra sofisticada herramienta que permitió a los aliados anticiparse a los movimientos alemanes.  

“Nunca se recuperó del insulto de su condena porque la consideraba injusta para una persona que había dado tanto por su país”, se lamenta Juan José Moreno, catedrático de Lenguajes y Sistemas Informáticos de la Universidad Politécnica de Madrid. El tribunal le dio a elegir entre un año de prisión o “curar” su homosexualidad con una terapia hormonal experimental y eligió esta última.

Según Moreno, Turing escogió esta opción porque así podía continuar trabajando, ya que la condena en prisión significaría la prohibición de acceso a programas gubernamentales con control de seguridad. Pero la terapia le destrozó física y mentalmente y fue hallado muerto dos años más tarde, con 41 años. Todo apunta a que se suicidó.

“El tratamiento de reducción de la libido le mató, como genio y como persona”, denuncia el profesor de la UPM. En el momento de su muerte, Turing estaba trabajando en vida artificial, mezclando informática y genética alrededor del concepto de morfogénesis. “Murió en medio de este innovador trabajo, dejando muchas notas escritas a mano y algunos programas”, afirma el experto.

En 2009, el primer ministro británico, Gordon Brown, le pide disculpas públicamente pero no sería hasta 2013 cuando la Reina Isabel II le concede el perdón a título póstumo y el indulto, coincidiendo con el centenario de su nacimiento y ante las crecientes presiones para que lo hiciera. “Hubiese sido mucho más elegante anular el resultado del juicio y reconocer que Reino Unido no se comportó correctamente con él, un científico que tuvo una relevancia muy importante en que la Segunda Guerra Mundial no durase mucho más y que los alemanes no llegasen a entrar en Reino Unido”, mantiene Díaz.

Este texto es un fragmento del reportaje “Científicos en el banquillo”, publicado en la revista Muy Interesante, en el nº 416 de enero de 2016.

Portada del reportaje "Científicos en el banquillo", MUY INTERESANTE enero 2016
Portada del reportaje «Científicos en el banquillo», MUY INTERESANTE enero 2016