«Deshomosexualización», violencia y odio en Ecuador

Un tuit del periodista científico Óscar Menéndez nos trae una historia de horror, de algo que sucede además con amparo de instituciones públicas y con el calla-otorga de una sociedad que atiende más a los prejuicios homófobos de las religiones que a la realidad. Lo cuenta en Canarias Ahora (ElDiario.es) el periodista Ramón Pérez Almodóvar: «Secuestradas, torturadas, violadas: las terribles historias de mujeres lesbianas en Ecuador«, que hace referencia al libro coordinado por Cayetana Salao: ‘Retratos del encierro. Sobrevivientes a las clínicas de deshomosexualización’.

El artículo citado arriba merece una lectura atenta. El desolador panorama de la violencia de género (contra las mujeres) en Ecuador, donde según las encuestas oficiales seis de cada diez mujeres han sufrido violencia en algún momento de su vida y donde  un cuarto de las mujeres ha sido víctima de violencia sexual (una cuarta parte antes de los 18 años) se junta a que todavía se discute en la Asamblea Nacional el proyecto de ley contra la violencia de género, un proyecto que además ha sido radicalmente contestado por las organizaciones fundamentalistas cristianas (católicas y evangélicas) con una oprobiosa campaña denominada «con mis hijos no te metas».

La excusa es que en los proyectos se incluye una especial dedicación a la enseñanza no sexista y a la inclusión de los temas de sexualidad y género en los temarios. Como ya sucede en España y en otros países de Hispanoamérica, el integrismo cristiano se ha movilizado con posiciones retrógradas (recordemos además las campañas homófobas en Chile o Perú contra los derechos LGTB, la transfobia del autobús naranja, etcétera).

Taller de Comunicación Mujer: Somos un Taller feminista en movimiento que se hace de las que somos, de las que fuimos, de todas las que son parte de su devenir. Somos un Taller que se interroga, que se re-inventa, trabaja con otras y crea desde el cuerpo y la sexualidad.
Taller de Comunicación Mujer: Somos un Taller feminista en movimiento que se hace de las que somos, de las que fuimos, de todas las que son parte de su devenir. Somos un Taller que se interroga, que se re-inventa, trabaja con otras y crea desde el cuerpo y la sexualidad.

En Ecuador, el Taller de Comunicación Mujer promueve desde 1989 acciones para «transformar las hegemonías». Se trata de un colectivo feminista que realiza iniciativas que cuestionan «la heteronormatividad, la desigualdad por género, identidad y opción sexual, edad, clase social y etnia». Su última publicación es «Retratos del encierro. Sobrevivientes a las clínicas de deshomosexualización». Fue presentado el día 13 de octubre de 2017, el Día de las Rebeldías Lésbicas, celebrado en diversos países de Suramérica y el Caribe y recoge el testimonio de cuatro víctimas de centros de rehabilitación de adicciones, en los que se les trató de imponer la heterosexualidad mediante encierro forzado y torturas.

En el artículo, Ramón Pérez Almodovar entrevista a Cayetana Salao, coordinadora del libro. Y queremos recoger alguna de sus declaraciones:

Contamos con un testimonio muy poderoso, de Paola Concha Zirit, que estuvo encerrada dos años en uno de estos centros. Fue muy duro. Su testimonio y la forma de abordar el juicio generó mucha conmoción social e impacto mediático y se desencadenó una serie de trabajos para negociar con el Estado sobre mejores condiciones, especialmente en el sistema de regulación de estas clínicas que en su mayoría son privadas, cuya competencia es del Ministerio de Salud. Pero gracias al impacto de las acciones que hicimos, no solo con el juicio, sino las de carácter formal también empezaron a darse de una manera especializada algunos mecanismos de regulación y control para detectar vulneraciones de derechos humanos por razones de orientación sexual e identidad de género en estos centros de rehabilitación de adicciones que de manera clandestina ofrecen terapias de corrección para personas del colectivo LGBTI.

Añade:

Hay un sinnúmero de entidades y de situaciones que generan que estas clínicas existan y que esas terapias se den. La figura que las clínicas usan para realizar estos atentados a los derechos humanos es que en el contexto de trabajar las adicciones consideran que el hecho de que mujeres que amen a otras mujeres, hombres que amen a hombres, hombres o mujeres que transitan en su género, eso puede y hasta debe ser corregido. Hace muchos años eso se manejaba de manera abierta, entre los ochenta y los noventa. Después de las denuncias y la visibilización de estos casos, esto ha dejado de ser ofertado tan abiertamente pero siguen ocurriendo en la clandestinidad. Hemos detectado vínculos entre las iglesias cristiana y evangélica con estas clínicas.

Con mucha dificultad hemos llegado a registrar datos y direcciones de estos centros que cambian año a año, observaciones sobre las irregularidades y los procedimientos que se hacen de los mecanismos de regulación y control, pero notamos una constante de sanciones de tipo administrativo y reaperturas con otros nombres y otras direcciones. Esto es por la normativa del Ministerio de Salud que no permite que, de hecho, haya una denuncia: hay una serie de contradicciones y vacíos normativos que no permiten que los funcionarios denuncien cuando se constate una vulneración de derechos humanos, así como tampoco se nota que haya voluntad política para sanear estas debilidades.

Nos hemos puesto en contacto a través de Facebook con el Taller de Comunicación Mujer para poder hacer una reseña más completa del texto, y en cuanto se pueda podremos seguir estos testimonios y la acción contra la violencia institucionalizada contra la libertad sexual que narran. Y, por supuesto, compartimos su lucha contra el discurso de odio y la intolerancia que impera en Ecuador y que les llevó a manifestarse el pasado 17 de enero: